"Racismo, discriminación y violencia en Bolivia: una sociedad atrapada en sus propias contradicciones"

A pesar de los avances legislativos y discursos de inclusión, Bolivia sigue enfrentando problemas estructurales de racismo, discriminación y violencia de género. Estos problemas no solo persisten, sino que en algunos casos se han profundizado, alimentados por el uso político de leyes, la falta de institucionalidad y una sociedad dividida.

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Foto: Hernán Cabrera:Lic. en Filosofía y periodista

Entrevista a Hernán Cabrera


José Ochoa Renjel: Hernán, muchas gracias por aceptar esta entrevista. Antes de comenzar, ¿podría presentarse para nuestros lectores?

Hernán Cabrera: Gracias, José Manuel. Como bien mencionaste, soy periodista, escritor y defensor de los derechos humanos en Bolivia. Me formé en filosofía en la Universidad Católica de Bolivia y he dedicado más de tres décadas al periodismo en medios como El Deber, El Día y La Estrella del Oriente.

Entre 2010 y 2016 fui representante departamental de la Defensoría del Pueblo en Santa Cruz, donde trabajé en temas de justicia social, derechos humanos y equidad. A través de mi labor periodística y literaria, he denunciado injusticias y abordado temas sensibles de nuestra sociedad.

José Ochoa Renjel: En sus artículos menciona que el racismo y la discriminación en Bolivia tienen raíces coloniales, pero que en el siglo XXI han tomado nuevos escenarios y protagonistas. ¿Qué factores han contribuido a que persistan e incluso se profundicen?

Hernán Cabrera: Aunque Bolivia ha avanzado en términos legales, el racismo y la discriminación siguen presentes en la vida cotidiana. Desde 2010 se han aprobado leyes importantes, como la Ley 045 contra el racismo y toda forma de discriminación, que pretendía erradicar estos problemas. Sin embargo, esta normativa no solo no ha resuelto la discriminación, sino que ha generado nuevas tensiones.

El problema radica en dos factores:

El uso político de las leyes: En lugar de aplicar la Ley 045 de manera imparcial, algunos sectores la han utilizado como un arma política, tergiversando su propósito original. Se ha convertido en un instrumento de poder, más que en una herramienta de inclusión.

El empoderamiento mal entendido: La lucha por los derechos de sectores históricamente marginados, como indígenas y campesinos, ha derivado en algunos casos en un abuso de la victimización. Hoy vemos cómo algunos grupos utilizan el argumento de la discriminación para justificar privilegios o evitar responsabilidades.
Si bien la Ley 045 redujo la violencia verbal en medios de comunicación, la discriminación persiste en otros ámbitos, como el acceso al poder político y la representación de mujeres en cargos públicos. Un ejemplo claro es el reciente caso en el Senado, donde una mujer electa no pudo asumir su cargo y se priorizó a un hombre.

José Ochoa Renjel: ¿Se podría decir que en Bolivia se usa el discurso de la discriminación de manera oportunista?

Hernán Cabrera: Exactamente. Si bien existen casos reales de discriminación, también hay situaciones en las que se instrumentaliza el tema para obtener beneficios políticos o evitar rendición de cuentas.

En los últimos años hemos visto casos mediáticos que generaron fuertes reacciones sociales, como la polémica en TikTok sobre una danza minera o los comentarios de un presentador de televisión sobre el voto calificado. Sin embargo, hay muchos otros actos de discriminación cotidiana que pasan desapercibidos y no reciben la misma atención.

Las redes sociales juegan un papel clave en esto: amplifican algunas denuncias, pero también permiten que la gente utilice el anonimato para discriminar impunemente. A diario vemos insultos racistas, machistas y clasistas en plataformas digitales, pero las autoridades solo intervienen en los casos que generan repercusión mediática.

 
José Ochoa Renjel: Usted ha señalado que la justicia es cómplice de la impunidad en casos de violencia de género. ¿Qué reformas estructurales se necesitan para garantizar sanciones efectivas contra los agresores

Hernán Cabrera: El problema no es la falta de leyes. Bolivia tiene un marco normativo avanzado en protección de mujeres, niños y poblaciones vulnerables. Desde 2009, se han promulgado numerosas leyes que sancionan la violencia de género.

El problema es la falta de aplicación efectiva de estas normas. La justicia en Bolivia es débil, corrupta y permeable a intereses políticos. Casos graves de violencia y feminicidios quedan impunes porque los operadores judiciales actúan bajo presiones externas.

Tres factores explican esta impunidad:

Corrupción judicial: Se dan órdenes de liberación por teléfono, se otorgan medidas sustitutivas a criminales y los agresores quedan libres por favores políticos.

Falta de institucionalidad: Existen múltiples entidades encargadas de proteger los derechos de las mujeres, pero muchas de ellas son ineficientes y no cumplen su función.

Ausencia de una cultura de prevención: La educación sobre derechos y equidad es mínima en escuelas y universidades. Los niños y jóvenes no reciben formación sobre temas de violencia, drogadicción y abuso sexual, lo que perpetúa el problema.

Santa Cruz lidera los casos de violación y violencia contra la mujer. Si no fortalecemos las instituciones y la educación, seguiremos viendo más impunidad.

 
José Ochoa Renjel: En Bolivia, el aborto sigue siendo un tema tabú. ¿Cómo ve el panorama respecto a este debate?

Hernán Cabrera: El aborto es uno de los temas más polarizados en Bolivia. Hay posiciones radicales tanto en los sectores religiosos como en los movimientos feministas.

Desde mi perspectiva, el aborto es un derecho humano en casos de violencia sexual, riesgos para la salud de la madre o situaciones extremas. No se puede obligar a una niña de 10 o 12 años violada a tener un hijo solo porque algunos sectores defienden una postura dogmática.

El problema en Bolivia es que, aunque el aborto terapéutico es legal en ciertas circunstancias, en la práctica no se respeta. Las niñas violadas enfrentan burocracia, negligencia médica y presión social para continuar con embarazos forzados.

El Estado debe garantizar que las mujeres que cumplen con los requisitos legales puedan acceder a un aborto seguro sin obstáculos.

José Ochoa Renjel: Finalmente, ¿qué mensaje le daría a la sociedad boliviana para construir una convivencia más equitativa y libre de discriminación, racismo y violencia?

Hernán Cabrera: Bolivia está perdiendo la batalla contra la violencia y la intolerancia. Nos estamos convirtiendo en una sociedad más agresiva y polarizada.

Necesitamos recuperar la capacidad de convivir y dialogar con respeto. Para ello, es fundamental:

1.- Fortalecer el Estado de derecho y aplicar las leyes de manera justa.
2.- Mejorar la educación en valores desde las familias y las escuelas.
3.- Romper con los discursos de odio y victimización excesiva.
4.- No podemos seguir divididos. El cambio comienza cuando cada ciudadano asume su responsabilidad en la construcción de una sociedad más justa y libre.

José Ochoa Renjel: Hernán, muchas gracias por compartir su visión sobre estos temas cruciales. Su análisis nos ayuda a entender la complejidad del racismo, la discriminación y la violencia en Bolivia. Espero que podamos seguir conversando en el futuro sobre estos desafíos.

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