La Feria de la Alasita llega a su último día en La Paz, y con ello, los comerciantes rematan sus artesanías a los mejores precios. En medio de la persistente llovizna, los visitantes recorren los puestos con paraguas en mano, en busca de las miniaturas que simbolizan sus anhelos para el año.
Actualidad09 de marzo de 2025
Redacción
Desde hace semanas, la icónica Feria de la Alasita ha reunido a miles de paceños y visitantes, quienes acuden con la esperanza de que sus sueños, representados en pequeñas figuras, se hagan realidad. La tradición dicta que la compra debe realizarse al mediodía y que los objetos sean bendecidos por un yatiri o un kallawaya. Este ritual, heredado de las culturas prehispánicas y fusionado con diversas creencias religiosas, mantiene viva una costumbre que trasciende generaciones.
El cierre de la feria es un evento esperado, no solo por la oportunidad de adquirir miniaturas a precios más bajos, sino también porque representa el último impulso para asegurarse aquello que no se compró en los primeros días. Casas, autos, títulos universitarios, fajos de billetes en miniatura y certificados de matrimonio son algunos de los objetos más vendidos en este mercado de ilusiones.
A pesar de la lluvia, el ambiente es vibrante. Los comerciantes, con sus puestos llenos de coloridas artesanías, llaman a los compradores con ofertas de última hora. Algunos regatean, otros ríen y comentan que, aunque la Alasita termine, la esperanza sigue intacta.
La feria, cuyo origen se remonta a tiempos precolombinos y que hoy es reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, cierra su edición 2025 con la misma magia de siempre: el deseo de convertir lo pequeño en grande y lo simbólico en realidad.
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