Crisis en Oriente Medio: entre la guerra relámpago y un frágil alto el fuego

Durante los últimos doce días, el mundo ha sido testigo de un conflicto sin precedentes entre Irán, Israel y Estados Unidos, con consecuencias que podrían haber desencadenado una conflagración regional de dimensiones catastróficas.

ActualidadHoyRedacciónRedacción
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Milton Grant Vista de Doha, Qatar.

Lo que ya se conoce en redes sociales como “La Guerra de los 12 Días” ha involucrado ataques de una intensidad inédita, incluidos bombardeos estadounidenses sobre instalaciones nucleares iraníes, lanzamientos de misiles sobre bases norteamericanas y bombardeos de Israel sobre el corazón mismo de Teherán.

El episodio más dramático ocurrió durante el fin de semana, cuando Estados Unidos, bajo la dirección del presidente Donald Trump, ordenó un ataque aéreo denominado “Martillo de Medianoche”. Este operativo destruyó en gran parte tres instalaciones nucleares clave: Isfahan, Natanz y Fordow. Según la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), el impacto en la planta subterránea de Fordow habría sido “muy significativo”, aunque los daños exactos aún no se han podido verificar.

La respuesta de Irán y el efecto dominó

En represalia, Irán lanzó trece misiles balísticos contra la base aérea estadounidense de Al Udeid, en Qatar, hogar de unos 10.000 soldados. Aunque el ataque fue en gran medida interceptado, representó un claro mensaje estratégico: Irán quería demostrar su capacidad de alcanzar objetivos clave estadounidenses sin escalar hasta el punto de provocar bajas masivas. Incluso se informó que Teherán notificó previamente a Washington para evitar víctimas humanas, en un delicado juego de advertencias.

A nivel interno, Irán endureció su postura: el Parlamento aprobó una ley preliminar para suspender la cooperación con el organismo nuclear de la ONU, cesando el uso de cámaras de vigilancia y bloqueando las inspecciones internacionales mientras no se garantice la seguridad de sus instalaciones.

Israel golpea el corazón de Irán

La respuesta israelí no se hizo esperar. Con una intensidad que el ministro de Defensa israelí, Israel Katz, calificó de “sin precedentes”, las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) bombardearon objetivos estratégicos en Teherán, incluyendo la infame prisión de Evin. Este ataque levantó críticas internacionales, pues en dicho centro se encuentran encarcelados opositores políticos y el matrimonio francés compuesto por Cécile Kohler y Jacques Paris, quienes llevan tres años detenidos.

Además, Israel advirtió a la población de varios distritos de Teherán sobre bombardeos inminentes, lo que desató pánico entre los residentes. Las redes sociales iraníes se llenaron de reportes de explosiones de una magnitud desconocida desde el inicio de la ofensiva.

El alto el fuego y las tensiones que persisten

En un giro inesperado, el presidente Trump anunció que, tras intensas negociaciones con el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y gracias a la mediación de Qatar, Israel e Irán acordaron un alto el fuego “ilimitado”. Trump celebró el pacto como una victoria diplomática, asegurando que se había evitado un conflicto que “podría haber destruido todo Oriente Medio”.

No obstante, la tregua se alcanzó en medio de nuevos ataques: tras el anuncio del alto el fuego, Irán lanzó una última andanada de misiles contra Israel, matando a tres personas en Be’er Sheva. El ministro iraní de Exteriores, Abbas Araghchi, aseguró que estas serían las últimas acciones ofensivas si cesaban los bombardeos israelíes. Para la mañana del martes, los medios estatales iraníes confirmaron que la tregua estaba en vigor.

La reacción internacional y el riesgo de una nueva conflagración

El Secretario General de la ONU, António Guterres, emitió un comunicado expresando su profunda alarma y reiterando su condena a cualquier escalada en la región. Recordó a los Estados su deber de cumplir la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional, y pidió a todas las partes cesar los combates.

Sin embargo, analistas internacionales coinciden en que la situación sigue siendo extremadamente volátil. El daño a las instalaciones nucleares iraníes podría motivar a Teherán a acelerar clandestinamente su programa atómico o a desvincularse definitivamente de las salvaguardias internacionales. Por su parte, Israel se mantiene en alerta máxima, temiendo nuevos ataques.

Por el momento, Oriente Medio respira con alivio, pero la sombra de la guerra sigue proyectándose sobre sus pueblos.

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