El mundo afronta una emergencia oceánica y la ONU busca soluciones en Niza

Los océanos del planeta se encuentran en una situación crítica. La combinación del cambio climático, la contaminación por plásticos, la acidificación de las aguas, la sobrepesca y la pérdida acelerada de biodiversidad ha generado una emergencia ecológica global.

MedioambienteEl domingoRedacciónRedacción
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© Daniel Sly Más del 50% de las especies marinas corren peligro de extinción de aquí a 2100.

Más del 60% de los ecosistemas marinos están degradados o se utilizan de manera insostenible, y los científicos advierten que nos acercamos a un punto de no retorno. En abril, las temperaturas de la superficie del mar alcanzaron niveles casi récord, y los arrecifes de coral —ecosistemas fundamentales que albergan una cuarta parte de todas las especies marinas y sostienen millones de empleos vinculados a la pesca y el turismo— están experimentando el mayor episodio de blanqueamiento de la historia. Su colapso amenaza con desatar una cadena de consecuencias graves para la seguridad alimentaria, la estabilidad climática y la vida marina en su conjunto.

En este contexto, del 9 al 13 de junio de 2025, la ciudad de Niza acoge la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos (UNOC3), una cumbre de alto nivel copresidida por Francia y Costa Rica. Este evento reúne a jefes de Estado, científicos, activistas, representantes del sector privado y líderes comunitarios con el objetivo de intensificar los esfuerzos para proteger los océanos, movilizar financiación, forjar nuevas alianzas y promover políticas eficaces. Se espera que de la conferencia surjan cientos de nuevos compromisos voluntarios y la adopción de una declaración política conjunta, así como la presentación del Plan de Acción de Niza sobre los Océanos, una hoja de ruta para enfrentar los principales desafíos marinos con urgencia y decisión.

La cumbre busca dar un nuevo impulso a la conservación oceánica en un momento especialmente simbólico: a una década del Acuerdo de París, se intenta colocar al océano en el centro de la agenda climática, no como un tema marginal, sino como un eje fundamental de la lucha contra el calentamiento global. En palabras de Li Junhua, alto funcionario de la ONU y secretario general de la conferencia, la comunidad internacional debe pasar de las declaraciones a los resultados, impulsando asociaciones innovadoras y movilizando los recursos necesarios para hacer frente a una crisis multidimensional.

La falta de financiamiento sigue siendo uno de los principales obstáculos. Aunque los océanos producen la mitad del oxígeno que respiramos y ayudan a amortiguar los impactos del cambio climático, siguen siendo los grandes olvidados en la asignación de recursos. El Objetivo de Desarrollo Sostenible número 14 (Vida submarina) es el menos financiado de los 17 ODS adoptados por la ONU. Proteger adecuadamente los ecosistemas marinos costaría unos 175.000 millones de dólares al año durante los próximos cinco años, pero entre 2015 y 2019 se asignaron menos de 10.000 millones.

Además de abordar la financiación y promover la conservación, UNOC3 también busca avanzar en soluciones concretas como la reducción de la contaminación por plásticos, la eliminación de subsidios a la pesca destructiva, la descarbonización del transporte marítimo y la creación de economías azules sostenibles. Estas acciones se alinean con el Marco Global para la Biodiversidad de Kunming-Montreal, que establece como meta la protección del 30% de los ecosistemas marinos y terrestres para 2030.

La cumbre pone especial énfasis en la inclusión, reconociendo el rol fundamental que desempeñan las comunidades costeras, los pueblos indígenas, las mujeres y los pescadores artesanales, no solo como víctimas de la crisis oceánica, sino como actores clave en la búsqueda de soluciones. Se busca empoderarlos y garantizar su participación activa en la formulación de políticas, reconociendo su conocimiento ancestral y su experiencia cotidiana frente al deterioro ambiental.

Niza, situada en el Mediterráneo —una región que se calienta un 20% más rápido que el promedio mundial— no solo es el escenario del encuentro, sino también un recordatorio de lo que está en juego. La reunión representa un momento decisivo: la oportunidad de que gobiernos, empresas, instituciones y comunidades se comprometan de forma concreta a revertir la degradación de los océanos. De su éxito o fracaso dependerá la salud de los ecosistemas marinos, la seguridad de miles de millones de personas y, en última instancia, el equilibrio climático del planeta. La pregunta que emerge es tan urgente como incómoda: ¿será esta la cumbre que marque el comienzo de un cambio real, o una más en la larga lista de promesas incumplidas?.

Con información de Noticias ONU.

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