El estancamiento económico de las regiones, motor del populismo en los países ricos

Como hemos visto, la extensión de una sensación subjetiva de estancamiento entre amplias capas de población estaría jugando un importante papel en el cada vez mayor apoyo a estas fuerzas.

EconomíaHoy Ricardo Molero Simarro
Ricardo Molero Simarro, Universidad Autónoma de Madrid

El incremento de la desigualdad de las últimas décadas ha generado un interés creciente, tanto a nivel académico como en la opinión pública.

Tanto es así, que se ha extendido la opinión de que el empeoramiento de la distribución de la renta sería la razón detrás del apoyo electoral recibido en los últimos años por las fuerzas políticas populistas. De que Trump en EE. UU., Le Pen en Francia o los partidarios del Brexit en el Reino Unido, por poner tres ejemplos, estarían recibiendo el apoyo de una de las grandes perdedoras de la globalización: la clase medida trabajadora de las economías ricas.

Sin embargo, nuevas líneas de investigación muestran que esos fenómenos políticos estarían menos vinculados con la desigualdad personal de ingresos que con el estancamiento productivo de regiones enteras. La desesperanza generada por el paulatino declive económico de esos territorios habría conformado una particular geografía del descontento en Estados Unidos y en la Unión Europea.

Regiones en declive

En 2018, Andrés Rodríguez-Pose, catedrático de Geografía Económica de la London School of Economics, publicó The revenge of the places that don’t matter (and what to do about it). En ese artículo, se preguntaba por qué el mundo político y académico no vio venir el declive y posterior descontento en las regiones afectadas.

Según él, se pasó por alto la relevancia de las disparidades territoriales y se subestimó el potencial económico de las regiones que se habían quedado atrás con la globalización. En cambio, se sobrestimó la capacidad y el deseo de migrar de sus pobladores en busca de nuevas oportunidades laborales.

El resentimiento habría alimentado una reacción de carácter más político que económico. Dicha reacción no sería tanto de pobres contra ricos como de “regiones en declive contra las más prósperas”.

La trampa del desarrollo regional

Con el objetivo de identificar cuáles son esas regiones, el mismo Rodríguez-Pose –junto con Andreas Diemer, Simona Iammarino y Michael Storper– enunció, en 2022, el concepto de la “trampa del desarrollo regional”. Según estos autores, habrían caído en ella las regiones “incapaces de mantener su dinamismo económico en términos de ingresos, productividad y empleo”.

La trampa habría aparecido en : tanto en aquellos que han perdido su prosperidad industrial como en otros que, partiendo de más atrás, vivieron un acelerón repentino para, sin embargo, quedarse luego estancados por debajo del nivel medio de desarrollo europeo.

En 2024, Rodríguez-Pose, Lewis Dijkstra y Hugo Poelman plantearon la intensa relación entre ese estancamiento regional y el crecimiento de fuerzas políticas populistas. El análisis de las elecciones nacionales de los países de la UE entre 2013 y 2022 mostraría que periodos prologados sufriendo la trampa del desarrollo se habrían traducido en mayores porcentajes de voto para opciones euroescépticas.

Estancamiento y decadencia

Esta tendencia también se confirmaría en el caso de los Estados Unidos. En su artículo Golfing with Trump. Social capital, decline, inequality, and the rise of populism in the US, Rodríguez-Pose, Neil Lee y Cornelius Lipp analizaron las elecciones presidenciales de 2016 y 2020. Según ellos, el éxito del trumpismo tendría su origen en el estancamiento económico sufrido por pequeñas ciudades y comunidades rurales de Estados Unidos. En ellas “las pérdidas individuales se identifican fuertemente con las colectivas”.

Esos resultados serían el reflejo de la propia historia familiar de J. D. Vance, quien ha acabado siendo vicepresidente de Trump. Testigo directo de la decadencia del denominado “cinturón de oxido” de los Estados Unidos, Vance dejó plasmada su historia en un libro de memorias que posteriormente tuvo una adaptación cinematográfica.

Riesgo para el orden democrático

Es una opinión compartida de que la crisis económica que siguió a la pandemia se gestionó de una manera radicalmente diferente a la crisis financiera de 2008. Esto permitió recuperar rápidamente las economías de EE. UU. y Europa y reducir sustancialmente las tasas de desempleo. Sin embargo, Trump volvió a ganar las elecciones de noviembre del año pasado. Y al mismo tiempo, los partidos de extrema derecha han llegado al poder en varios países de la UE. En muchos otros, se encuentran entre las primeras fuerzas políticas.

Esto resulta especialmente preocupante porque, en algunos casos, llegan a cuestionar el orden democrático. Como hemos visto, la extensión de una sensación subjetiva de estancamiento entre amplias capas de población estaría jugando un importante papel en el cada vez mayor apoyo a estas fuerzas. De qué manera abordar esta situación en un contexto de crisis climática inminente es probablemente el principal reto de nuestro tiempo.


Este artículo es un resumen de la carta del GETEM número 65, “Desigualdad, estancamiento regional y populismo en la Unión Europea y Estados Unidos”.The Conversation

Ricardo Molero Simarro, Profesor Permanente Laboral, Universidad Autónoma de Madrid

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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