
Los vinos desalcoholizados están ganando espacio en los lineales de supermercados y cartas de restaurantes. Pero ¿están realmente preparados los consumidores para aceptarlos?
Según una encuesta realizada en España, existen diferentes percepciones de esta innovación enológica en función de la edad, el género y los hábitos de consumo. Los jóvenes y las mujeres son los más dispuestos a probarlos. Los consumidores tradicionales muestran más resistencia.
Declive del consumo de alcohol
El consumo de alcohol baja en todo el mundo. Los nuevos hábitos saludables abren una oportunidad al vino sin alcohol y permiten acercarse a consumidores de la generación Z y milenial. Se trata de una revolución silenciosa que puede marcar el futuro del sector y que hasta ahora nadie había estudiado con profundidad desde España.
Muchos estudios prevén que estas bebidas progresarán con fuerza. Se estima un crecimiento de 4 000 millones de dólares hasta 2028 de este segmento de mercado, con un incremento anual del 7 %, según estimaciones del informe del International Wine and Spirits Record IWSR, proveedor líder de datos e inteligencia para la industria global de bebidas alcohólicas.
España se sitúa como el país del mundo en mayor consumo de cerveza sin alcohol, lo que confirma la aceptación de este tipo de bebidas entre los consumidores españoles. El sector enológico tiene la oportunidad de seguir el mismo camino. Para ello debe conocer mejor a sus potenciales clientes con el fin de entender los resortes que les impulsarán a consumir este tipo de vino.
Un reciente estudio realizado a nivel nacional por investigadores de la Universidad de León identificó factores clave para el éxito de estos vinos. El 78 % de los encuestados estaría dispuesto a probarlos.
La salud, principal motivación
El estudio muestra que la salud es la principal motivación para consumir vinos sin alcohol, ya que un 63.05 % de los encuestados se adhirió a esta razón. La moda quedó en segundo lugar, con menos del 30 %. La sostenibilidad apenas alcanzó el 3 %.
Esta conexión motivacional con la salud indica que los nuevos hábitos saludables en el consumo de bebidas no son una tendencia pasajera, sino que han venido para quedarse. Sobre todo por parte de los consumidores más jóvenes, que adoptan nuevos estilos de vida.
Los más jóvenes quieren probarlo
En el estudio de la universidad de León se analizaron tres grupos de edad: 18-35, 36-55 y mayores de 55 años. Los más jóvenes son los más propensos a probar estos vinos.. El grupo de 36 a 55 años también mostró interés. En cambio, los mayores de 55 años fueron más reacios. Menos del 60√% de ellos estaría dispuesto a probarlos.
La edad es clave. Los jóvenes tienen menos hábitos de consumo arraigados. Son más innovadores y están más dispuestos a experimentar. En cambio, los mayores, con hábitos de consumo más prolongados a lo largo de su vida, ya tienen una idea fija de lo que es el vino. Por ello, ven estos productos sin alcohol como una intromisión en sus costumbres. Algunos incluso creen que no debería llamarse vino.
¿Por qué sigue siendo vino aunque no contenga alcohol?
La Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) define el vino como el producto obtenido solo mediante la fermentación alcohólica, total o parcial, de uvas frescas o de su mosto. La legislación española también lo reconoce así. Considera el vino como un alimento natural que nace de ese proceso.
Para que una bebida pueda llamarse “vino desalcoholizado”, primero debe elaborarse como un vino tradicional. Es decir, debe fermentar uvas frescas o su mosto. Así lo establecen la OIV y la normativa española. Después, puede reducirse su contenido de alcohol mediante técnicas autorizadas. Si no sigue estos pasos, no puede considerarse vino legalmente.
Género
Aunque el vino ha sido tradicionalmente más consumido por el segmento masculino, el estudio de la Universidad de León muestra que las mujeres cada vez lo beben más, llegando a cifras muy similares a la de los hombres.
En el caso del vino sin alcohol, el papel de las mujeres consumidoras es aún más relevante. En todas las franjas de edad, estas superan a los hombres en disposición a probarlos.
Desde la perspectiva del mercado y el consumo, los vinos sin alcohol no son una amenaza para la tradición. Los estudios revelan que representan una nueva forma de conectar con quienes antes no encontraban su sitio en el mundo del vino.
Por otro lado, el sesgo saludable y el perfil de consumo femenino convergen, ya que las mujeres muestran mayor preocupación por la salud. El 88 % de las encuestadas de entre 18 y 35 años la citan como su principal motivación.
Confluencia de factores
El estudio concluye que el éxito de estos vinos depende de tres factores: salud, juventud y género. Cada uno por separado tiene potencial, pero no es suficiente. Para consolidar un mercado estable, la oferta debe atender a estas tres variables y combinarlas adecuadamente.
Una educación en hábitos saludables, centrada en las nuevas generaciones y con enfoque en las mujeres, resulta clave. Esta estrategia puede ayudar a los productores a entrar en un mercado que, según todos los indicios, ha llegado para quedarse.
El papel de las bodegas y las denominaciones de origen
En esta década, los vinos sin alcohol han ganado presencia en España. Bodegas como Familia Torres, Matarromera o Gil Family Estates, que ya avanzaron en su elaboración a inicios de este siglo, han creado gamas específicas como Natureo, Win Sin o Disfrutando 0,0. Estas ya representan entre el 5 % y el 10 % de su producción total, con gran foco en la exportación.
Sin embargo, las Denominaciones de Origen (DO) aún no permiten usar el término “vino” en su etiquetado. Esto dificulta su encaje en el sistema tradicional. Aun así, algunas DO han empezado a debatir su posible inclusión, conscientes del cambio en los hábitos de consumo y del potencial comercial.
Pero hay un problema que solucionar. Por un lado, los consumidores quieren probar más vinos sin alcohol para poder comparar y decidir, pero los productores no se animan a elaborarlos y comercializarlos hasta que exista una demanda consolidada.
Paradójicamente, el auge de la demanda de este perfil de vinos en España representa una oportunidad para muchas bodegas a la hora de diversificar su producción. Algo que les permitirá compensar la disminución de las ventas de los caldos tradicionales por la caída del consumo de vino con alcohol, que a su vez se relaciona con los cambios en los hábitos de las nuevas generaciones.
Rosana Fuentes Fernández, Profesora Titular de Marketing e Investigación de Mercados, Universidad de León y José Luis del Campo Villares, Profesor de Contabilidad Analítica en la Universidad de León, Universidad de León
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.