
Aun cuando 5 mil personas encuestadas en un universo de alrededor de 7 millones de inscritos en el padrón electoral es una muestra no solo aceptable, sino más bien de alta confiabilidad para obtener resultados creíbles con un bajo porcentaje de error igualmente previsible, los resultados del ejercicio estadístico que se pretende implementar en las próximas semanas por parte del Pacto de Unidad pueden no estar en correspondencia con el festival de alianzas y el vendaval publicitario en que están inmersos sus dos únicos presidenciables.
Pero veamos, estamos en un periodo preelectoral intenso en el país, marcado por la profunda crisis que en varios órdenes se vive a causa de los desgobiernos de los últimos veinte años. Eso hizo que. por ejemplo, los políticos estén haciendo esfuerzos apurados por conveniencias tácticas del momento y resueltos a reedificar el país desde sus escombros.
Hace varias semanas, la casa periodística que me acoge publicó una columna mía que trataba de la desconceptualización de la figura de “elecciones primarias”, que al método próximamente a ser empleado por el Pacto de Unidad se está denominando cuando los competidores, inicialmente numerosos y la mayoría de ellos cándidamente con pretensiones presidenciables, pertenecían a vertientes, es cierto, de colores políticos distintos, pero de tonalidades parecidas. Hoy, afortunadamente esos precandidatos, a los que en su momento llamamos “de alasita”, parecen haber pisado tierra y desistido de sus temerarias aspiraciones, que, aunque en el lenguaje de la ciencia política llaman “legítimas”, son ilusorias.
Como sea, han quedado en carrera, tal como previnimos muy anticipadamente, Tuto Quiroga y Samuel Doria Medina, quienes se han lanzado a una desenfrenada campaña inédita entre dos visiones aproximadas entre sí (una socialdemócrata y la otra de derecha), distinguiéndose de una preselección o elección primaria en cuanto se trata de precandidatos que no comparten un mismo instrumento político. En todo caso, ambos prepostulantes, en su esfuerzo por concretar alianzas, están desperdiciando energías porque logran apoyo de algunas personalidades del ámbito político, pero que no lideran absolutamente ningún colectivo ideológico ni encabezan alguna significativa agrupación política. Pues esos personajes y sus discretas cohortes en términos de número, no van a ser parte de los 5 mil encuestados. Así, Quiroga o Doria Medina pueden lograr el apoyo de legiones de políticos o personalidades académicas o gremiales, pero es casi imposible que, estadísticamente hablando, alguno de ellos sea parte de la consulta respectiva.
Ese ejercicio, próximamente a verificarse, será abierto, pues no hay otra forma de implementárselo dada la originalidad del sistema, pues en el caso que nos ocupa, al no pertenecer ambos aspirantes a una misma fórmula partidaria, sería imposible restringir la consulta solo a sus militantes inscritos; y si esta es seria y científica como se espera, y con una muestra suficiente en términos de confiabilidad, pero insignificante como para pensar que en sus resultados haya influencia de quienes han comprometido su apoyo a uno u otro, ¿entonces para qué tanto espectáculo de estos, dándose la mano con el que pueden para conseguir su apoyo y festejando como si fuera decisivo para su final candidatura?
Ahora, otra cosa son, por supuesto, las alianzas, pero además con sectores representativos de la sociedad, una vez que se haya definido la candidatura, porque solo entonces podrá aplicarse la consulta vía voto universal, en la que estarán comprendidos no solo los dirigentes que se hayan sumado a la fórmula de quien resulte ganador de la encuesta, sino los propios seguidores de aquellos y, es de esperarse, los acólitos de quien resulte perdedor en la encuesta.
Samuel o Tuto, en esta etapa del proceso, indistintamente, pueden conseguir todas las alianzas posibles en desmedro del otro que vamos a suponer no ha logrado la adhesión de nadie, pero el día fijado para la encuesta, que también se presume estará repartida entre todos los departamentos, entre todos los estamentos, clases sociales, estratos económicos y aun de instrucción y en proporción a su importancia poblacional, exteriorizando su preferencia, será el ciudadano común, la gente de a pie, los que emitan su opinión, sin importarles las adhesiones en torno a su elegido.
Augusto Vera Riveros es jurista y escritor


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