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Opinión06 de marzo de 2025 Ignacio Vera de RadaLa polémica y por demás bochornosa reunión de Trump y Vance, por un lado, y Zelenzky, por otro, además haber dado cuenta del temperamento visceral de los dos mandatarios estadounidenses, dejó en vilo al orden mundial conquistado en los lustros que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, pues ahora que se podría llegar a un acuerdo con Putin a costa de que Rusia se quede con los territorios ocupados y EEUU acceda al 50 por ciento de la explotación de recursos naturales de Ucrania, más acontecimientos de este tipo (usurpación de territorios con aquiescencia de la todavía mayor potencia económica y militar del mundo) podrían producirse en el futuro.
No es esperanzador para los amantes de la paz y el derecho ver a tres desaforados líderes de Estado —en este caso Trump, Vance y Putin— decidiendo los destinos de otros países que, por mil y una razones históricas, son menos fuertes que los suyos. Debemos recordar que en la historia hubo muchas veces en que jefes de Estado abusivos o ignorantes decidieron la suerte de pueblos y naciones totalmente extraños a ellos, con resultados nada satisfactorios en el mediano o largo plazo. Eso ocurrió, por ejemplo, en el África, donde, luego de que burócratas y diplomáticos europeos definieran las fronteras de varios países, se suscitaron terribles guerras civiles, muchas de las cuales permanecen hasta el momento en que yo escribo esto y tú, lector, lees esto. El temperamento de los líderes de las potencias puede, y en el lapso de pocas horas, decidir la suerte de millones de personas; en este sentido, hay que recordar que, hoy por hoy, otros jefes de Estado de países altamente industrializados y desarrollados no son precisamente ejemplos de moderación y prudencia. Netanyahu y Kim Jong-un son dos ejemplos muy buenos.
Hace pocos meses, cuando Trump hacía campaña electoral, millones de conservadores y derechistas batían palmas y esperaban la derrota de los demócratas. Otros, como yo, viendo una contienda entre dos candidatos malos, veían al republicano como el mal menor, pues ya sabían de su temperamento impulsivo y su ignorancia. No obstante, como el ser humano es impredecible y todo puede esperarse de él, Trump comenzó su gestión, en el plano internacional, con una muy mala jugada. En primer lugar, el trato que dio a Zelensky (un presidente democrático) en la Oficina Oval dice muy mal de EEUU, país que durante muchas décadas fue en el concierto internacional como un padrino de la democracia y el derecho internacional público. Y considero que quienes, pese a aquella vergonzosa reunión del 28 de febrero, como el actor y político mexicano Eduardo Verástegui, siguen defendiendo a capa y espada el proceder del presidente de EEUU, pecan de ignorantes o fanáticos.
No se sabía mucho de Vance, pero ahora se conoce que, igual que Trump, posee un carácter impulsivo. En la reunión increpó a Zelensky por haber este supuestamente hecho campaña por los demócratas y no haber dado las gracias por el apoyo prestado por EEUU a Ucrania, como si se tratase de una reunión cualquiera, en la que hay que rendir cuentas sobre cuestiones muy menores que no hacen al fondo del problema. Mike Pence, el primer vicepresidente de Trump, era mucho más apacible y mesurado. Vance, en cambio, ha demostrado ser una especie de peleón, enfrentándose a distintas personalidades (como el prestigioso historiador Niall Ferguson, a quien acusó de “basura moralista”), ya sea en vivo o a través de redes sociales.
Algunos analistas y diplomáticos, como siempre ocurre en estos casos, creyeron que lo del 28 de febrero fue algo preparado. Yo, la verdad, no creo así. Me parece que es simplemente una manifestación más de la estupidez humana, que aflora incluso en aquellos que tienen detrás suyo centenas de asesores que trabajan para que no den pasos en falso. Ante las preguntas de si Vance está enfrentando, como Musk, a los adversarios del presidente o de si está preparando desde ahora el terreno para una eventual postulación a la Presidencia, el corresponsal de la BBC James Landale dijo: “Cualesquiera que sean las respuestas a esas preguntas, Vance está emergiendo como algo más que sólo el número dos de Trump”. Pero yo estimo que, más allá de estas especulaciones, lo cierto es que es un peligro que personas como Trump y Vance decidan el destino de millones.
Ignacio Vera de Rada es politólogo y comunicador social
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